Aquí os dejamos la primera parte de un interesantísimo artículo de Rocío Tapia, arquitecta y coach. Como muchos de vosotros sabréis, uno de los datos más importantes de nuestra última encuesta era que sólo el 5% de los arquitectos se ha reconvertido con «éxito» (es decir, consiguiendo ser más que mileurista). Esto revela una resistencia al cambio importante en nuestra profesión, y queremos ahondar en los mecanismos que tienen que ver en ella.
¡Esperamos que os guste!
“Es la dirección, y no la velocidad, el aspecto más importante de aprender para tener éxito”.
Todo en la naturaleza es transformación y cambio. El tiempo pasa, nuestro cuerpo cambia y nuestro cerebro, también. Y esto lo sabemos gracias a una reciente capacidad descubierta por investigaciones científicas: la plasticidad neuronal. Para ir tomando nota, el cerebro de los humanos adultos fabrica unas 1.400 neuronas nuevas cada día y su producción apenas decae con la edad.
Así que no es posible no cambiar y es que cambiar también es crecer, transformarse y desarrollarse.
Nos movemos en grupos, entornos o sistemas diversos en continuo desarrollo, (familia de origen, familia creada, parejas secuenciales, hobbies, tribus profesionales: escuelas, colegios, academias, institutos, sindicatos, asociaciones y un largo etcétera); aunque su movimiento pueda parecer lento, retrógrado a veces, o incluso inexistente, nos movemos. Todo lleva su tiempo. Y este proceso de cambio es de doble vía, del entorno hacia nosotros y de nosotros hacia el entorno.
Hay que comenzar a entender que todos andamos en el mismo barco. De momento, y que yo sepa, no te puedes bajar de este planeta y las motivaciones que nos impulsan son básicamente las mismas, aunque no así los modus operandi.
¿Por qué nos cuesta el cambio?
Para no perdernos, os voy a hablar de la función de nuestro cerebro, de los dos pilotos que usamos, de los tres tipos de cerebro que tenemos los humanos y de la naturaleza social que influye en nuestro neocórtex.
1. Una Función:
La función de nuestro cerebro es la de hacernos sobrevivir en un entorno incierto. El combustible de nuestras neuronas son el oxígeno y la glucosa natural obtenida de los alimentos que comemos. No solamente necesitamos esta glucosa para que se lleven a cabo las diferentes funciones fisiológicas, sino que también tiene que ver en los procesos de memoria, aprendizaje y pensamiento.
2. Dos Pilotos:
Digamos que en nuestro cerebro tenemos dos pilotos. Uno siempre funciona en manual y otro siempre en automático. Y el afán del primero es encontrar trucos, recetas y métodos para que tengas recursos y no te muerdan el culo. El afán del segundo es reproducir automáticamente las soluciones que has ido encontrando con el primero, al mismo tiempo que alberga una tremenda riqueza interior a la espera de ser descubierta por el primero y te fijes si lo que le mandas reproducir es coherente contigo y con tu entorno, o le has metido un virus del copón que te autosabotea cada vez.
El piloto manual se llama Consciente y asimila la información a una velocidad de 50 bits/segundo. El piloto automático se llama Inconsciente y procesa la información a 11.000.000 bits/segundo. El primero, maneja procesos analíticos y convergentes, y el segundo, asociativos y divergentes. El primero tarda más tiempo en darse cuenta (250ms) y el segundo es más rápido (110ms). Ambos tienen su propia metodología y lenguaje. El primero es de un parloteo constante y el segundo es mudo. Y como bien observas, cada uno tiene tiempos de procesado de la información bastante diferentes.
“Aprender algo nuevo implica tiempo, esfuerzo y recursos”.
El consciente, de un 7% a un 12% de nuestra capacidad, es una innovación relativamente reciente y tiene que ver con la sensación del yo y de la libertad. Poder elegir si lo que aprendes le vale a otros o te vale realmente a ti, nos posiciona en el camino del autoliderazgo o liderazgo personal.
Al otro, le corresponde de un 93% a un 88%, y se refiere a todo aquello de nosotros que aún no conocemos que está en esto llamado inconsciente, que se llama así básicamente porque no nos percatamos ni de cuánta, ni de dónde viene tanta información y la forma en cómo decidimos. Y podrás decir, “bueno, decidimos pensando y analizando”.
Realmente no es así, decidimos impulsiva y emocionalmente, casi todo el tiempo.
3. Tres cerebros:
La información llega antes a nuestro cerebro reptiliano encargado de las funciones básicas para la supervivencia, nuestros impulsos instintivos: proteger, atacar, huir, reproducción y alimento.
Posteriormente apareció una innovación en nuestro cerebro para hacerse cargo de un mejor almacenamiento de datos y recuperación de información. Es el cerebro mamífero, relacionado directamente con las emociones.
Y con el tiempo el cerebro se innovó así mismo apareciendo el neocortex.
Mientras que con el primero la capacidad de respuesta es reactiva e inmediata, con el segundo la capacidad de respuesta se amplia y dependiendo del estímulo reaccionaremos de una u otra forma, con el neocortex nuestra habilidad de respuesta no está programada de nacimiento, como los otros dos, sino que es “educada” a lo largo del tiempo y su capacidad de respuesta será tan amplia como permiso te des para autoconocerte y desarrollarte. Por ello, es con nuestro pensamiento consciente con el que encontramos los razonamientos según nuestro personal marco de creencias para justificar nuestras actuaciones de cara a nosotros mismos y a los demás, en un afán de darnos orden y cierta coherencia ante la incertidumbre.
4. Una Naturaleza que educa, influencia, domestica o desarrolla el neocórtex:
Somos seres de naturaleza social, y nos movemos en diferentes sistemas o grupos de interés.
A partir de éstos, nos creamos unas normas de convivencia y comportamiento influenciados y condicionados a lo largo de los siglos por aspectos e intereses culturales, antropológicos, políticos, filosóficos, psicológicos, socio-económicos, científicos, religiosos y espirituales. Hay cientos de supuestos ocultos. Temas que damos por sentado, que pueden ser ciertos, o no.
Introduce los que quieras, seguramente también hemos sido influidos, y condicionados, por ellos. El profesional, por ejemplo, es otro. Y esto se convierte en gran problema… o en una oportunidad de cambio, desarrollo y evolución, según cómo nos lo tomemos.
La costumbre y la tradición crean LEY.
Otro tema es que esta Ley, soterrada y callada, por efecto de la costumbre, sea razonable en los tiempos en los que estamos.
Seguiremos en Arquitectos de nuestro cerebro (II).
¡Estad atentos a vuestras pantallas!
Rocío Tapia
Arquitecta Coach